LA TARJETA POSTAL COMO FUENTE HISTÓRICA


LA TARJETA POSTAL COMO FUENTE HISTÓRICA

            La tarjeta postal, “las postales”, surgieron en el S XIX y alcanzaron un gran desarrollo  durante el siglo XX,  hoy su uso es muy residual.

            Hay que enmarcar su aparición y  su expansión de forma paralela al desarrollo del cine, de la prensa gráfica y de la fotografía de aficionado (aquellos que no utilizan la fotografía como medio de subsistencia sino que disfrutan captando imágenes de la vida cotidiana, en un principio esta era una práctica elitista pero con el  paso del tiempo esta afición se generalizará y popularizará,  hoy por ejemplo todos llevamos una cámara en el  smartphone  que nos permiten captar imágenes fijas y en acción de forma inmediata)

            La “postal”  surge al amparo del desarrollo de la Unión Postal Internacional, creada  en 1878, se convierte en un  medio de comunicación rápido, sin sobre,  que permitía que el contenido de la comunicación circulara sin privacidad por las “redes postales” como  ocurre hoy con la mensajería instantánea por las “redes sociales” difuminando entonces como ahora el límite entre lo privado y lo público, prefigurando el fenómeno de la globalización de las comunicaciones actual.

            En un primer momento apareció sin imágenes, en la última década del S XIX estas se le añadieron en el anverso de la tarjeta y  en el reverso se reservó un espacio para colocar la dirección del destinatario, dejando otra parte para los mensajes, un espacio demasiado pequeño para una época en la costumbre y la necesidad propia del género epistolar, ávido de textos y mensajes largos, obligaba al remitente a escribir a veces fuera del espacio reservado.

            La difusión de las tarjetas postales tiene mucho que ver con una época en la que el coleccionismo se convirtió en una práctica social en auge y la “postal” es un producto que simboliza como ningún otro ese tiempo moderno.

            Surgirán empresas dedicadas a la impresión de tarjetas postales, entre ellas Hauser y Menet, que a principios del siglo XX publicaba medio millón de postales mensuales.

            En este momento, son frecuentes las imágenes que muestran paisajes urbanos: plazas, edificios emblemáticos, puertos, etc. … que nos permiten conocer la fisonomía de estas ciudades en ese momento, ver cómo han ido evolucionando esos espacios urbanos, cada tarjeta postal se muestra así como una fuente histórica, un objeto de conocimiento.


            Pero a veces la tarjeta proporciona otra información,   que va más allá de su fecha de publicación, de  la empresa que la editó, incluso de la propia imagen que contiene; alguien la escogió, la hizo suya, sobre ella escribió un mensaje a una persona que le importaba, quizás por razones comerciales, familiares o sentimentales, es entonces cuando la tarjeta, adquiere otro valor, otra dimensión, la dimensión humana y social, la de las relaciones personales,  a veces nos proporciona otra fecha diferente con su matasellos  a la de su edición,  nos proporciona la relación de dos lugares, el destino y el remitente; dejándonos inmersos en ese marasmo de relaciones interpersonales de décadas pasadas, de personajes anónimos, que de una u otra forma fueron participes de esos espacios urbanos.


            Por ambas razones, la imagen y el mensaje, la tarjeta postal es una fuente histórica, personalmente me sume al coleccionismo de tarjetas postales hace más de 4 décadas, en esa afición  he podido observar como la tarjeta postal de finales del XIX y principios del XX, de imágenes urbanas, cambió para  usarse en los periodos bélicos como elemento de propaganda, como en España en  los años 50 y 60, con  el desarrollismo, se usó para difundir la imagen de una sociedad moderna y cambiante, que servirá de reclamo turístico con colores vistosos e imágenes de sol y playa, convirtiéndose  objetos de consumo de un turismo masivo muy lejos de aquellas imágenes nostálgicas de fototipia en blanco y negro de principios del siglo.


            Desde los años 80 la postal entra en declive, su uso cambia para ser un ámbito de la expresión artística o incluso para la publicidad, es como el ave fénix que intenta resurgir, en un mundo cambiante que la fotografía digital y las redes sociales provocan de la tarjeta postal se convierta en un elemento anacrónico, un objeto de culto para coleccionistas y nostálgicos.

            Progresivamente iremos subiendo a este blog, algunas tarjetas postales de nuestra ciudad y su entorno, que nos mostraran “hitos urbanos” y que nos ayudarán a redescubrir nuestro entorno.

DOCUMENTACIÓN

RIEGO AMÉZAGA, Bernardo: “Una revisión del valor cultural de la tarjeta postal ilustrada en el tiempo de las redes sociales”, en FOTOCINEMA. Revista Científica de Cine y Fotografía, Nº 2 (2011), pp 3-18.    

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